Fotos Alejandro Pi-hué
Un texto de Nora Cortiñas de “Dos mil uno”, editado por Editorial Sudestada.
El 19 y 20 de diciembre es volver atrás muchos años, son 20 años, ¿Dónde estaba? Estaba callejeando, denunciando y corriendo, como hice tantos años. Estábamos reunidos el 19 de diciembre en uno de los organismos, no recuerdo bien si era la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Buenos Aires, Argentina y todos lados era un desastre y estábamos programando acciones y cómo íbamos a seguir. En una de esas nos llega la noticia de que el presidente había declarado “Estado de sitio”. Yo no lo podía creer, no se podía creer, ¿qué pasaba? Habíamos dejado atrás la dictadura cívico militar eclesiástica, habíamos luchado, teníamos tantas víctimas, teníamos tantos desaparecidos muertos, tanta gente que se había tenido que ir al exilio.
El país era un despelote total, un descalabro. Empezamos de boca en boca a convocarnos para ir a la Plaza de Mayo. Queríamos saber qué estaba pasando en el país, qué iba a pasar de ese momento en adelante. Y bueno, subimos a unas camionetas amontonados todos para ir hasta la Plaza de Mayo.
Llegamos y vimos el espanto. Árboles que los habían incendiado los militantes y la gente que había salido a la calle a rechazar el estado de sitio. Seguimos luchando. Creo que a la madrugada nos fuimos a dormir pero ya había muertos y toda una desazón
total.
La vida nuestra, la de las Madres, es estar en la calle permanente, ¿qué podía cambiar? Para nosotras nada. Seguir en la lucha, ir en socorro de la gente que sufría injusticia, arrimarnos y programar cómo íbamos a seguir. Desde que se llevaron a Gustavo mi vida no es la misma que era antes. La vida de una familia que tiene un hijo desaparecido cambia para siempre, después son idas y vueltas de la búsqueda, solo eso. El 20 de diciembre seguimos yendo a la plaza. Como nunca, ni en la dictadura cívico militar eclesiástica salvaje y asesina vimos lo que vimos ese día.
La caballería arriba de la plaza empujando a las Madres de una manera violenta. Además de miedo, sentimos vergüenza. Vivimos la plaza, vivimos la desesperación de la gente.








