El presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Horacio Rosatti, además de cobrar 20 millones de pesos, posee tiempo para visitar estudios de televisión como el de LN+ para expresarse sobre la conformación de la Corte y los “pequeños privilegios” que sufren. Los integrantes de este organismo ganan casi 35 salarios mínimos, pero se lamentan de la cantidad de sentencias que tienen y su “complicación” para organizar sus vacaciones.
“En la Corte ahora somos tres pero deberíamos ser cinco. Estamos jugando un partido de fútbol de 11 con siete jugadores. Se nos complica irnos de vacaciones. Ahora, todas las semanas tenemos acuerdo, la reunión conjunta en la que fijamos sentencias. El 98% de las firmas son por unanimidad”, dijo Rosatti.
En un país donde la mayoría no llega a fin de mes y cobra sueldos miserables, hay que escuchar este tipo de declaraciones del sector más privilegiado de la Argentina, esos que veranean en Lago Escondidos con sus amigos del poder y financiados por los medios hegemónicos como Clarín.
Complicados estamos nosotros, los que seguimos soportando las políticas de hambre y desempleo de La Libertad Avanza y los intentos de meter una reforma laboral que a los hombres de la Corte no les llega ni una de sus medidas de flexibilización laboral. Desde las alturas se quejan, aislados de una realidad que duele cada día más.

