Por Editorial Sudestada

Festejan porque pueden, porque la impunidad los acompaña, porque en Argentina el mismo ladrón roba dos veces, con el mismo método, y tres o cuatro veces, el Poder económico nos afana igual. Y nadie va preso. Y vuelve -por ejemplo- Caputo a ser Ministro de Economía y replicar lo que no tuvo costo. Porque Cavallo tampoco estuvo preso, y los aprendices de Martínez de Hoz vienen con el manualcito en el bolsillo y la condena “sin que se note”. Festejan porque son la vieja -y peor- escuela, pero con el nombre de la “libertad” y la “nueva política”.

Festejan porque están libres y por Tribunales no pasan ni para la foto. Porque la Justicia y la clase política los apaña, porque los medios hegemónicos manipulan la opinión pública, porque los usureros del Fondo nos exprimen con aplausos, otra vez. Porque pareciera que el olvido ganó otra pulseada, y el “¿sabés cómo termina esto?” es una evidencia que para muchos -todavía- no se refleja. Porque nos empobrecen y todavía resuena “hay que esperar”. Porque en un año y medio ni una sola línea de un proyecto de ley, o decreto, o ejecución, fue para la gente. Porque además, con toda la lista de nombres de una política rancia de décadas, algunas personas -que no son pocas- sostienen “necesitábamos algo distinto”.

Festejan, compañeros, porque cuando al ladrón le dejan la puerta abierta, la caja fuerte sin llave, la alarma apagada, y el patrullero que “ni mira ni toca”, el ladrón festeja y se ríe, y vuelve a robar todas las veces que pueda, las que arregle, las que lo dejen, y lo seguirá haciendo.

Por eso festejan. Porque tropezar 5 veces con la misma piedra, y dejar que vuelva… es demasiado.