Teatro y metafísica: Notas sobre Habitación Macbeth de Pompeyo Audivert

Por Gabriel Rodríguez Molina

Me reduje a casa.
Antonio Di Benedetto 

Como un antiguo brujo, un chamán, un médium andrógino, Pompeyo Audivert da cuerpo y voz a siete personajes para hacer la síntesis de una de las grandes tragedias de Shakespeare: Macbeth. Trayendo a la actualidad entonces la metáfora del converso que dejando atrás la nobleza que lo ha llevado a combatir por su pueblo, a raíz de un vaticinio misterioso en nombre de las brujas del páramo de huesos, ciega sus ojos con sangre y ambición desencadenando una escalada de violencia dónde la política hablará solamente a través de los cuchillos. 

“Este vaticinio sobrenatural que conduce a la corona puede no ser malo y puedo no ser bueno […] Los deseos y la razón habitan órganos distintos. El cerebro, el sexo y el corazón no han de hacer negocios a espaldas del alma, a riesgo de que las ganancias sean solo las monedas que cuenta el sepulturero […] ahora solo obedezco a razones imaginarias dictadas por esos seres de la sombra” dice Macbeth, al cerrar la segunda escena de esta adaptación que empezó a vibrar en la pandemia, cuando aislado en las playas del sur, habitado por las presencias fantasmagóricas quizá agitadas por un mar salvaje, se empezó a gestar lo que luego sería Habitación Macbeth, una multipremiada obra que inició su camino en el Centro Cultural de la Cooperación para desembarcar tras tres exitosas temporadas en el Teatro Metropolitan, más allá de las giras nacionales e internacionales que han llevado a este clásico de Shakespeare a las tablas. 

El Cello de Claudio Peña (música en vivo y composición de la música original) empieza a templar la escena desde el primer momento donde en el vacío del escenario se asiste a la transformación de las tres brujas en un registro casi oriental, esbozando así el código que regirá toda la obra: Un cuerpo en transformación danzando sobre la melodía de un cello que imprimirá a la obra el ritmo justo, diáfano y oscuro a la vez. El resto, es simple y preciso: El marco de un cuadro, una silla con una luz muy particular, un atril con un espejo dorado (que hace recordar a aquel Hamlet o la guerra de los teatros) una mesa con una jarra de agua y hacia el final un estrado. Toda una escenografía dinámica, con ruedas, que retrotraen a las formas del gran Tadeuz Kantor. Todo se mueve a medida que avanza el relato, un Macbeth que ha sido irrigado con la sangre de otros poetas como Borges o Ramponi (el tótem que irriga siempre la obra de Audivert).

A su vez, la llave de este Shakespeare, se puede buscar en Beckett y ese séptimo personaje que aparece en escena además de las tres brujas, Banquo, Macbeht y Lady Macbeth que es Clov, un pueril servidor de escena que con una iluminación roja, emanando de su garganta cantos guturales, imprecisos, sostiene las transiciones con gestos repetitivos que en su absurdo generan un extraño humor. Otro personaje que ha habitado Pompeyo Audivert hace unos cuantos años cuando en el mismo Centro Cultural de la Cooperación ponía en escena Final de partida junto a Lorenzo Quinteros, a quién está dedicada la pieza, que como una abeja mutua le da la concavidad necesaria a toda esta obra cargada de acción y simbolismos que escribiera Shakespeare en 1606.  

“El teatro como un piedrazo en el espejo, como una fuerza que rompe la idea de estabilidad histórica sobre la cual se afirma la tradición teatral. Y puede dar cuenta de que esa realidad es pariente de una realidad mucho más compleja, más basta, más atractiva, más misteriosa. A través del teatro uno empieza a entender que podría haber sido otros o que puede ser parte de un sistema de otredad que está expresándose en un frente histórico. El sentido de lo teatral es rasgar el tema aparente y hacer manar la sangre de la otredad que toda apariencia esconde y que está destinada a esconder lo que hay que revelar en nuestra otra naturaleza, nuestra capacidad olvidada.” Dirá Audivert al respecto de su mirada sobre el teatro, un ritual que lleva a cabo desde su estudio El Cuervo hace más de 30 años y que tras un camino de hermosas obras rioplatenses (Discépolo, Arlt, Florencio Sánchez, Rivera) lo encuentra en la actualidad con una obra universal desnudando el andamiaje violento que se esconde tras cualquier máscara política según la visión del inglés.  

“Lo revolucionario en lo artístico es establecer formas de producción poetizantes que revelen justamente que el concepto histórico es también una fachada que está destinada a ocultar capacidades esenciales del ser que no están en juego en la realidad histórica por la existencia de los mitos burgueses. Que son capacidades lateralizadas, lapidadas, exterminadas de naturaleza poética.” Ha sostenido y sostiene Pompeyo Audivert cada vez que entrega su cuerpo al ritual metafísico del teatro para brindar su voz al misterioso canto de la poesía. 

 

Habitación Macbeth: Sábados y domingos a partir del 4 de enero en el Teatro Metropolitan. Martes y miércoles de Enero y Febrero en Mar del Plata, Teatro Tronador. 

https://www.plateanet.com/obra/27719?obra=HABITACIONMACBETH_&paso=inicio

Teatro Estudio El Cuervo (web) | https://www.teatroelcuervo.com.ar/habitacion-macbeth

IG de la obra | https://www.instagram.com/habitacionmacbeth/?hl=es

Habitación Macbeth. Versión libre para un actor de Pompeyo Audivert sobre el original Macbeth de William Shakespeare. Editorial Atuel. https://www.edicionesatuel.com.ar/dramaturgia/habitacion-macbeth-pompeyo-audivert 

Ficha artística Actuación y dirección | Pompeyo Audivert – Música y Cello en vivo | Claudio Peña – Asistentes | Mónica Goizueta, Marta Davico, Verónica Costa, Ivan Altschuler – Vestuario: Luciana Gutman – Luces: Horacio Novelle.