Por Editorial Sudestada
Si algo caracteriza en lo discursivo al gobierno nacional, es el relato. Es la falsedad, los números inventados, el desprecio y la violencia verbal, y el intento de manipular -reiteradamente- la opinión pública. Frente a las enormes movilizaciones en todo el país en defensa a la educación pública y al financiamiento universitario, el presidente asegura que “Se ha derrumbado la imagen de las Universidades”. Y el dato que brinda, entre tantos que hacen agua, es el de las Fuerzas de Seguridad. Porque ellos dicen que de más de 200 mil personas en la primera movilización se pasó a 60 mil en la segunda, y brinda otra “info”: “En la segunda marcha casi no había estudiantes”.
El “fundamento” sobre todo esto es una ecuación matemática. Cuesta comprenderlo pero así maneja la información Milei. Las imágenes hablan por sí mismas, como la realidad que se vive en las calles. Pero además de todo este grotesco, el presidente solo habla de las afueras del Congreso, e ignora por completo las movilizaciones en todo el país, y las tomas de estudiantes en más de 80 edificios en todo el territorio nacional.
Y con el intento de volver a demonizar la lucha, sostiene que los estudiantes sufren violencia y son atacados por grupos de izquierda, sin decir palabra de los infiltrados liberales, financiados y promovidos por la concejal de Quilmes, o de la policía cortando las clases abiertas en Tucumán, e intimidando en decenas de Universidades en todo el país.
Para blindar el relato y que la realidad no le pegue varios trompazos, afirma que el 85% del periodismo miente. Pero a la vez asegura que cayó 30 puntos el apoyo a la lucha estudiantil, cuando en realidad los números son muy distintos, ellos lo saben, ellos lo sienten, lo sufren, les duele, no reculan, y vuelven a mentir para que nada se note. Como en el “verano”.
Porque hablan de “auditorías” que están. Hablan de no arancelar la educación, pero la están desfinanciando. ¿Cómo encaja que destruyan al Estado pero la educación siga siendo pública? Por eso se sientan con “periodistas” que no re-preguntan, ni una vez.