En un nuevo estallido de violencia en la Palestina Ocupada por Israel, el mundo se horroriza de algo que tristemente es moneda corriente y que, deliberadamente, este mismo mundo se ha empecinado en no mirar, o peor, naturalizar. En el libro escrito por el antillano martiniqués, Frantz Fanon, en plena etapa de los procesos de liberación nacional africanos y asiáticos: Los condenados de la tierra, el autor graficaba con gran elocuencia la caracterización del mundo colonialista, es decir, el mundo donde existe una potencia colonial ocupante y un pueblo colonizado. Lo hacía en relación a Argelia, lugar con mayoría de población árabe, ocupada desde 1830 por el colonialismo francés. El libro de Fanon vio la luz en 1961 y la liberación de Argelia se produjo en 1962. Apelamos a ese nombre Los condenados y a esa descripción que hace Fanon, pero, en este caso, para hablar de la situación en los territorios palestinos y en la Palestina Ocupada por el sionismo israelí.
La condena hacia los colonizados
Dijo Fanon: “Frente al mundo determinado por el colonialista, el colonizado siempre se presume culpable” (Fanon: 1961, p. 46). Precisamente, es esto lo que está pasando en las principales redes sociales y medios masivos de comunicación. Existe en ellos una profunda y feroz deshistorización de esta Ocupación que lleva más de 75 años, como así también una irresponsabilidad criminal en el tratamiento mediático. Y es criminal, claro que sí, pues solo fomenta y escala odios. Se presupone y se asume que hay una sola víctima y que es el ente ocupador: Israel. Se condena a nivel mundial solo los hechos del operativo “Diluvia de Al Aqsa”, llevado adelante por la resistencia islámica de Hamas, el día 7 de octubre de 2023; pero nada se dice del procedimiento de terrorismo de estado de Israel, que lleva adelante hechos de limpieza étnica, memoricidio, genocidio progresivo, violación a lugares de culto, detenciones a niños y niñas palestinos, el caso más emblemático fue el de Ahed Tamimi. Y esa opinión pública mundial condenando solo los hechos llevados adelante por Hamas, obedece al exitoso adoctrinamiento colonialista israelí que determina los consumos mediáticos que deben circular para prefigurar así una imagen de los palestinos en general, como terroristas todos ellos y, por tanto, justificar su exterminio definitivo. Todos los videos y fotos que circularon con información falsa adjudicada al Hamas, como, por ejemplo, las decapitaciones de 40 bebés, las violaciones a mujeres, la matanza indiscriminada de israelíes en una fiesta electrónica, entre muchísimos otros contenidos tienen como fin principal conducir la mirada hacia Hamas en particular y hacia los palestinos en general como “terroristas”. La opinión pública mundial consumió estos contenidos por al menos 5 días. Muchos mandatarios del mundo se expresaron de inmediato condenando los hechos, de forma descontextualizada y aislada, y, culpando exclusivamente al Hamas. Durante el día 12 octubre se conoció que, a instancias de la Unión Europea, la red social X eliminó contenidos relacionados con los ataques de Hamas: “La red social X (anteriormente conocida como Twitter) anunció que ha etiquetado o eliminado “decenas de miles” de contenidos vinculados a los ataques del movimiento de resistencia Hamas en Israel. Esta acción se produce en respuesta a las preocupaciones de la Unión Europea (UE) sobre la difusión de contenidos ilegales y desinformación”. Para entonces ya, el principal discurso de culpabilidad exclusiva de Hamas y los palestinos había surtido sus efectos, el mundo mayoritariamente exculpa de todo a Israel y condena a los bombardeos indiscriminados y al exterminio a más de 2.300.000 de gazatíes. Se cumple así la premisa fanoniana: “Frente al mundo determinado por el colonialista, el colonizado siempre se presume culpable”.
El periodista israelí Gideon Levy, el 8 de octubre de 2023, escribió “Pensábamos que se nos permitía hacer cualquier cosa, que nunca pagaríamos un precio ni seríamos castigados por ello. Arrestamos, matamos, maltratamos, robamos, protegemos a colonos masacradores, disparamos a personas inocentes, les arrancamos los ojos y les destrozamos la cara, los deportamos, confiscamos sus tierras, los saqueamos, los secuestramos de sus camas y llevamos a cabo una limpieza étnica… Pensábamos que podíamos seguir rechazando con arrogancia cualquier intento de solución política (…) Y una vez más resultó que no era así. Varios cientos de militantes palestinos traspasaron la valla e invadieron Israel de una manera que ningún israelí podría haber imaginado. Unos cientos de combatientes palestinos han demostrado que es imposible encarcelar a dos millones de personas para siempre sin pagar un alto precio”.
A pesar de su valiente voz y al posicionamiento crítico de muchos israelíes y judíos antisionistas respecto de la ofensiva de Israel sobre Gaza, la narrativa de la culpa hacia el colonizado sigue teniendo mayor éxito.
De la deshumanización a la animalización. De seres humanos a seres para la muerte.
Para Frantz Fanon, el colonizador, “…deshumaniza al colonizado. Propiamente hablando, lo animaliza. Y, en realidad, el lenguaje del colono cuando habla del colonizado, es un lenguaje zoológico” (Fanon: 1961, p. 37). El estado sionista de Israel, a través de varios de sus representantes, en diversas ocasiones se ha referido a los y las palestinos deshumanizándolos, en una trágica operación narrativa, en un claro discurso de poder y con una maniobra psicológica notable que encubre la estrategia de justificación de su aniquilación. El resultado esperado de estas operaciones no solo es construir representaciones sobre ellos como población desechable, sino fundamentalmente que no sientan los y las israelíes ninguna duda al exterminarlos. En julio de 2104, en plena ofensiva militar israelí sobre Gaza, Borde Protector, la diputada de Hogar Judío, Ayelet Shaked, llamó a asesinar a las madres palestinas que dan a luz a pequeñas serpientes “Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes” 18.7.2014.
Es conveniente tener presente los estudios de la profesora universitaria israelí Nurit Peled Elhanan sobre las representaciones abyectas que se construyen de las y los palestinos en los libros de texto escolares israelíes. Según ella configuran una receta para la deshumanización.
En su libro detalla con precisión muchos de los discursos escolares que crean sentido común en la población israelí: “El discurso de guerra israelí muestra los bombardeos aéreos, pero oculta sus muertes civiles todo lo posible (…). Estos ejemplos son variantes del discurso de la guerra; otras variantes pueden ser el discurso de la guerra contra el terror el cual presenta las acciones combativas de grupos en general más pobres y débiles, sin uniforme, como “el mal”, mientras las acciones combativas de las “fuerzas” poderosas y sofisticadas se describen solo como reacción (…) El discurso más dominante en Israel con respecto a la ocupación de Palestina es el discurso de “la seguridad” el cual legitima aspectos de la conducta de Israel hacia los palestinos que están denunciadas en el marco del discurso de los derechos humanos. Los textos israelíes, los actos de terror y el contrabando de armas cometidos por las fuerzas clandestinas judías y bandas como la Hagana, el Irgun-Etzel y Lehi (banda Stern) contra la ocupación británica y contra la resistencia palestina al sionismo antes del establecimiento de Israel, son glorificados dentro del discurso de la emancipación y la redención judía, mientras los mismos actos cometidos por palestinos contra la ocupación israelí se presentan en términos criminales” (Peled-Elhanam, 2016, pp 60-61). La autora sabe bien de lo que habla y también lleva en su memoria y en su sentir, una de las consecuencias más graves de esta deshumanización de los palestinos desde la narrativa nacional sionista israelí, porque en 1997, Smadar, la hija de Nurit de 13 años, murió en un atentado suicida palestino en Jerusalén. La pérdida de su hija, lejos de provocarle una escalada de odio y negación, le produjo una inmensa necesidad de comprensión, y, desde entonces Nurit y su esposo, Rami Elhanan, se convirtieron en activos militantes contra la ocupación, el apartheid y el racismo de Israel, soñando con un futuro donde israelíes y palestinos coexistan en paz y como iguales en dignidad. Un futuro que hoy se presenta difícil, pero no imposible. En algunas de las conclusiones de su imprescindible libro, destacó que “La legitimación de las masacres en los libros escolares estudiados aquí se basan en su mayoría en el efecto y la utilidad. Algunos libros presentan el acto de asesinar como una batalla justificada, o un mal necesario, o como una transgresión a la norma oficial israelí. Otros libros especifican que el mismo se cometió por orden de los oficiales del ejército. En todos los informes la masacre es un punto de partida para cambios positivos para el grupo de los asesinos” (Peled-Elhanan: 2016, p. 314)
Ante esta maquinaria del terror israelí, se impone reflexionar nuevamente sobre los hechos recientes, sin deshistorizar, ni aislar procesos.
La violencia
Fanon describió el ciclo violencia que necesariamente llevará a otra respuesta violenta, porque violento es el colonialismo, y, la única forma de acabar con ese ciclo, es acabando con el colonialismo.
“La culpabilidad del colonizado no es una culpabilidad asumida, es más bien una especie de maldición (…) Pero en lo más profundo de sí mismo, el colonizado no reconoce ninguna instancia. Está dominado, pero no domesticado. Está inferiorizado pero no convencido de su inferioridad. Espera pacientemente que el colono descuide su vigilancia para echársele encima (…) Los símbolos (…) No significan: “No te muevas”, sino “Prepara bien el golpe” (…) … la solidez del sistema colonial, le recordarán constantemente que la gran confrontación no podrá ser indefinidamente demorada” (Fanon: 1961, pp. 46 y 47). “…el colonizado se enfrenta por fin a las únicas fuerzas que negaban su ser: las del colonialismo. (…) El colonizado descubre lo real y lo transforma en el movimiento de su praxis, en el ejercicio de la violencia, en su proyecto de liberación” (Fanon: 1961, p. 51).
Ante el silencio internacional en estos más de 75 años de ocupación, ante la maquinaria del horror antes descripta, ante ser seres para el exterminio, naturalizados como tal, ¿qué vías le quedan a los y las palestinos? ¿Alguien en el mundo puede recriminarles el uso de la violencia como herramienta de construcción de una salida política? Los y las palestinos lo han intentado todo. Las Resoluciones de la ONU N° 181, 194 y 242 no se cumplen (y solo hemos mencionado tres de las más importantes). Los Acuerdos bilaterales tampoco. La regla es la deshumanización y el aniquilamiento. Como internacionalistas nuestra tarea es volver a exigir, como tantas veces lo hemos hecho, una solución política, un verdadero compromiso con la paz, presionar y exigir para el cese inmediato de la guerra, y el cumplimiento efectivo de las Resoluciones y los Acuerdos. No habrá paz sin el derecho legítimo del pueblo palestino a la autodeterminación nacional.
Los números
En los 5 meses que duró la Operación Israelí “Lluvias de Verano” sobre Gaza, entre el 28 de junio y el 26 de noviembre de 2006, murieron 226 palestinos y palestinas, 54 de ellos menores de edad, según la fuente B´Tselem; más de la mitad (concretamente 114, incluidos 46 menores de edad) no participaban en las hostilidades cuando fueron asesinados.
En los 22 días que duró la Operación “Plomo Fundido” (entre diciembre de 2008 y enero de 2009), murieron unos 1.400 palestinos y palestinas, entre ellos 300 niños y niñas, más de 115 mujeres y unos 85 hombres de más de 50 años (Datos de Amnisty Internacional).
Del 14 al 21 de noviembre de 2012 Israel llevó a cabo la Operación “Pilar Defensivo”, según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud, el número de muertos palestinos y palestinas, en Gaza, se elevaba a 165 (139 hombres, 22 mujeres y 4 aún sin identificar) de los cuales 42 (26%) son niños; 17 tenían menos de 5 años. Hubo 1269 heridos (911 hombres y 358 mujeres) de los que 431 (34%) son niños; 134 tenían menos de 5 años.
El 26 de agosto de 2014 y tras 50 días de enfrentamientos en la ofensiva israelí “Borde Protector”, la cifra de víctimas gazatíes fue de 2220 muertos y 475 000 desplazados, según datos de la ACNUR / ONU; entre ellos más de 500 eran niños y niñas.
La acción pacífica del pueblo palestino que dio en llamarse la Marcha del Retorno, lanzada desde el 30 de marzo de 2018, fue ferozmente reprimida por las FDI, y al finalizar el año el saldo fue de 312 asesinados, de los cuales, 59 eran niños y niñas, pero además los y las heridos sumaron un total de 29.000, con un número alarmante de amputaciones entre ellos 3.565 niños y niñas, 1.168 mujeres y 104 ancianos/as. Sin muertos ni heridos en el lado israelí (Fuente: Teresa Aranguren 11/10/2023). En la Marcha del Retorno, veíamos a familias enteras movilizar desde Gaza hacia el muro, desarmados, en la indefensión total, con el solo objetivo de visibilizar la causa palestina al mundo. Las FDI los abatieron. El derecho al retorno es parte de las Resoluciones de la ONU que no se cumplen. Los y las palestinas de la marcha, solo estaban haciendo uso legítimo de su derecho según establece la Resolución N° 194 del 11 de diciembre de 1948, a saber: “que hay lugar para permitir a los refugiados que lo deseen regresar a sus hogares lo más pronto posible y vivir en paz con sus vecinos, y que se deben pagar indemnizaciones a título de compensación por los bienes de aquellos que decidan no regresar a sus hogares y por todos los bienes que hayan sido perdidos o dañado, en virtud de los principios del derecho internacional o en equidad, esta pérdida o este daño debe ser reparado por los gobiernos o autoridades responsables”.
Pensar en los recientes hechos que ocurren en la Palestina Histórica implica la necesaria mirada histórica, sin descontextualizaciones, ni reducciones. Es indiscutible el legítimo e inalienable derecho a la autodeterminación del pueblo palestino. Israel debe acatar las Resoluciones de la ONU que así lo establecen y los Acuerdos Bilaterales que suscribió. De no hacerlo, se perpetuará un conflicto que seguirá desangrando población a un lado y al otro. La solución de dos estados es la que ambos países suscribieron en 1993, en los Acuerdos de Oslo, Palestina sigue, por los medios que puede, luchando por ese derecho. No abonemos a seguir reproduciendo la larga tragedia de que las y los palestinos sigan siendo los condenados del “medio oriente”.
Mariela Flores Torres es Docente e investigadora de la UNPSJB, sede Trelew, Chubut, Argentina