Sobre el caos en la frontera entre México y EEUU y la realidad en el territorio mundial.
Un número que estremece y que corresponde al 2022. Personas que se vieron obligadas a abandonar sus lugares, entre otras cuestiones, por culpa de guerras, opresiones económicas en sus países y desastres naturales. El mundo se sacude y el ruido pareciera no escucharse. Y mientras esta cifra nos indica más de 70 millones de humanidades a la deriva, que tiene como responsable al sistema en todas sus formas y conceptos, en la frontera entre México y EEUU la problemática se agudiza. Miles de migrantes se concentran en medio de lo que denominan “cruces ilegales” hacia Estados Unidos antes de que expire una norma conocida como Título 42. A partir de esto entrar al país podría ser mucho más difícil.
¿Qué sucede en el mundo para que estas realidades pasen de costado? ¿En qué nos han convertido para que personas se transformen en número de rechazo, en una barrera que les cierra puertas mientras el poder que les dice “no” los empobrece todos los días desde siglos atrás? Migrar no es delito, y el famoso camino hacia el “sueño americano” se lleva la vida de miles y miles de personas que nunca llegan siquiera a la frontera, pero cada persona aniquilada por el mismo sistema que los rechaza no se ve, no sale en las noticias, no forma parte de la sensibilidad mundial. Hablamos de personas, de migrantes que sueñan con un lugar donde al menos puedan comer y sobrevivir, de refugiados por guerras y bombardeos, persecuciones políticas, estigmatización hacia diferentes comunidades señaladas como “demonio” por los “diablos” de guantes blancos.
Más de 70 millones de personas desplazadas en el mundo. Si este ruido no se siente, hemos perdido toda humanidad.
Editorial Sudestada
