Yemen: tumba de la humanidad

Por Leandro Albani

Yemen es un país olvidado por el mundo. Desde 2015 sufre una invasión militar devastadora encabezada por Arabia Saudí. Ni la ONU y mucho menos las grandes potencias parecen preocupadas de la crisis humanitaria que vive el pueblo yemení.

Yemen es un gran cementerio. Es un país-cementerio. Y a nadie parece preocuparle. Es más, un pesado silencio cae hace años sobre la nación ubicada en el Golfo Pérsico. Sobre Yemen nadie se apresura a informarse, a diferencia de Qatar, donde se jugará el próximo mundial de fútbol, o sobre Arabia  Saudí o Emiratos Árabes Unidos (EAU), que deslumbran a buena parte del planeta con sus construcciones faraónicas o exportando el “exotismo” de sus monarquías arcaicas (como no podía ser de otra forma) y represivas. Qatar con su gas y sus inversiones multinacionales, Arabia Saudí con la fuerza de su petróleo, comandan -entre pujas mutuas- una región volátil y epicentro de demasiados conflictos. Pero de Yemen nadie habla.

En marzo de 2015, la Casa de Saud desató –con toda su furia- una invasión total contra el territorio yemení. En ese momento, el argumento esgrimido por la monarquía fue el avance del movimiento Ansarolá, nacido en el seno de la tribu houthis, que profesa el Islam zaidí chiíta. Con esta excusa, el hombre fuerte de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman (MBS), buscó posicionarse como el candidato perfecto para suceder en su país al rey Salmán Bin Abdulaziz y, al mismo tiempo, tensar todavía más la relación con Irán y su gobierno, al que se señala de apoyar a los houthis.

Yemen tiene 527.000 kilómetros cuadrados, y limita con Omán y Arabia Saudí. Aunque el país sea productor de crudo y posea grandes reservas de gas natural, sus casi 30 millones de habitantes viven azotados por una profunda crisis humanitaria generada por la invasión militar saudí. A su vez, en Yemen se encuentra el Estrecho de Bab Al Mandeb, por el cual fluyen casi cuatro millones de barriles de petróleo y productos refinados diarios. Muchos analistas señalan que este punto geográfico es otra razón para que MBS ordenara una invasión que parece no tener fin.

Aunque en el primer año de ataques militares saudíes la Casa Real presentó la operación como un gran éxito, con el correr del tiempo las fuerzas saudíes –respaldadas por Estados Unidos y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)- se estancaron en el terreno. Pero no solo eso: desde hace ya mucho tiempo, los ataques de Ansarolá contra el territorio saudí son cada vez más frecuentes y, sobre todo, precisos, debido al avance tecnológico con el que cuenta el movimiento que demanda el derecho legítimo sobre el poder central yemení.

REUTERS/Fawaz Salman

Algunas cifras y datos muestran con toda crudeza la situación en Yemen, creada por Arabia Saudí y sus aliados:

-Se calcula que desde 2015, la invasión saudí le costó la vida a casi 400 mil personas. El número, siempre, puede ser mucho mayor. A finales de enero, la aviación de la Casa de Saud bombardeó una prisión y dejó como saldo 70 personas muertas o heridas. Ante este hecho, el ministro de Salud del gobierno houthi, Taha Al Motawakel, resumió en una frase lo que enfrenta su país: “El mundo no puede guardar silencio cuando tiene ante sí estos crímenes”.

-El 2 de febrero, la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU en Yemen informó que en los dos últimos meses hubo más de 10.500 desplazados internos. Esto ocurre en las gobernaciones de Ma’rib y Shabwah, donde se recrudecieron los enfrentamientos armados.  La OCHA además advirtió que en ambas regiones se recrudeció la crisis en relación a los servicios médicos, escasez de medicamentos, agua potable, alimentos y electricidad. La agencia de la ONU calculó que para marzo de este año, 11 millones de yemeníes dependerán de raciones de alimentos reducidas, y otros 4,6 millones podrían verse afectados por la interrupción de los servicios de agua y saneamiento en 15 ciudades.

-El 6 de febrero, el ministro de Salud Al Motawakel informó por la televisión local que “más de 3.000 niños con cáncer corren el riesgo de morir como resultado del asedio impuesto por Estados Unidos y Arabia Saudí, (ya que están) privados de recibir la atención médica necesaria”. El funcionario indicó que los ataques saudíes provocaron la clausura del aeropuerto internacional de Sana’a, la capital del país. Esto, según el ministro, impide que los pacientes vayan al extranjero para recibir tratamiento o que ingresen los medicamentos necesarios para tratar la enfermedad. Al Motawakel denunció que los casos de cáncer se duplicaron como consecuencia de la utilización de “armas prohibidas” por parte de la coalición encabezada por los saudíes. El representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Yemen confirmó que el número de pacientes con cáncer “está aumentando de manera aterradora”.

-El 23 de noviembre de 2021, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó el informe Evaluación del impacto de la guerra en Yemen: caminos para la recuperación, en el que reveló que desde que comenzó la invasión a Yemen, tres de cada cinco víctimas no murieron por las balas o las bombas, sino por efectos sociales como el hambre y las enfermedades. En la investigación se detalló que si la invasión saudí se extendiese hasta 2030, ese tipo de víctimas puede sumar el 75 por ciento del total, el equivalente a 1,3 millones de personas fallecidas. 

-En el mismo informe del PNUD se reveló que la guerra empujó a 4,9 millones de personas a la malnutrición, un número que puede aumentar hasta 9,2 millones en 2030 si no se detienen los ataques. Además, se indicó que a finales del año pasado 15,6 millones de pobladores sufren la pobreza extrema, y la cifra aumentará a 22,2 millones en 2030. “Terminar el conflicto es el único camino viable para terminar con estos costos tan altos para la población más vulnerable”, aseguró Jonathan Moyer, investigador de la Universidad de Denver y autor principal del análisis.
La larga lista de calamidades en Yemen podría ser interminable. Esta es sólo una pequeña muestra de la realidad que vive el pueblo yemení, donde las mujeres y los y las niñas son las principales afectadas. Las toneladas de bombas que cayeron en el país en apenas unos años alcanzan cifras tenebrosas. Mientras la crisis humanitaria se profundiza, millones de hombres y mujeres yemeníes sobreviven como pueden. Mientras tanto, Arabia Saudí, la principal monarquía del Golfo Pérsico –que se caracteriza por violar los derechos humanos de forma sistemática-, continúa inmutable y disfruta de la impunidad que le da el poder del dinero y el petróleo.