En Villa Constitución, Santa Fe, se combinan los peores factores para una tragedia socioambiental de la que poco se habla. Complicidad política, negocios turbios y una población obligada a experimentar las peores consecuencias del aparato industrial y agroexportador.
Por Patricio Eleisegui
La combinación de desastres apabulla. Pero las familias del lugar aún tienen voz suficiente para detallar la tragedia que transitan a diario. Acorralados por la adversidad, todavía se mantienen con vida. No son pocas las personas que comparten este infierno terrenal junto a una de las orillas del río Paraná: suman casi 50 mil los habitantes de Villa Constitución. La ciudad, distante 44 kilómetros de Rosario, aglutina todos los ingredientes que caracterizan a las catástrofes sanitarias y ambientales.
Desde hace 70 años, su perímetro es base de operaciones de la acerera Acindar, que además de distinguirse como una de las empresas que colaboró con las prácticas de persecución, tortura y desaparición de la última dictadura cívico-militar, se ha ocupado de contaminar con plomo toda la zona además de verter ácidos y otras sustancias tóxicas al caudal de río.
El nivel de afectación en torno a la planta llega a tal punto que en 2006 la misma empresa encaró la demolición de los barrios “Blanco” y “Rosa”, destinados al personal de Acindar, tras considerarlos inhabitables.
Acorralada por un basural a cielo abierto siempre en llamas que lastima ojos, piel y pulmones, Villa Constitución también respira las cenizas de un crematorio que presta servicios incluso a Rosario.
Después están las islas frente a la ciudad.
Sólo en agosto se detectaron más de 7.200 focos ígneos en esas distintas porciones de tierra y monte que Villa Constitución comparte con la provincia de Entre Ríos. Al menos 50.000 hectáreas fueron arrasadas este año en la misma zona.
Si bien en la ciudad reconocen que la problemática de las quemas se inició hace al menos dos décadas, señalan también que la expansión del agronegocio basado en la exportación de transgénicos y carne a gran escala disparó los incendios en el último lustro.
En torno a islas como Pereira también se suceden otras prácticas: aviones de pequeño porte van y vienen soltando paquetes con cocaína y otras drogas que luego ingresan al circuito narco de Rosario y Santa Fe capital.
Por si fuera poco.
El último elemento que cierra el escenario de hecatombe perfecta concierne a los galpones de Nitron, compañía que almacena toneladas y toneladas de fertilizantes en una Zona Franca establecida para beneficio exclusivo de PTP Warrant –subsidiaria de PTP Group–, justamente la empresa que trae al país y distribuye esos agroinsumos.
La resistencia a la instalación de esos depósitos, encarnada por los habitantes de la ciudad a través de organizaciones vecinales como Villa Constitución Sin Venenos, dio lugar a una represión motorizada, en varios momentos de los últimos 5 años, por un aparato político cómplice de los intereses económicos de Guillermo Misiano –titular de PTP Group– y su gente.
Sobre Misiano se acumulan las acusaciones por presunto fraude, evasión impositiva, lavado e, incluso, narcotráfico. En 2016, la entonces diputada Elisa Carrió denunció al presidente de PTP Group y su socio Lucas Gaincerain –en esos momentos, señalados como cercanos a Aníbal Fernández– por presunto contrabando agravado. La presentación en la Justicia no prosperó.
Mientras tanto, Nitron aceleró la marcha para consolidar su desembarco en Villa Constitución. Y, de esa forma, la ciudad terminó de incorporar la variable que le faltaba para consolidarse como otra de las capitales nacionales del cáncer, las malformaciones, los abortos espontáneos, las enfermedades respiratorias, los problemas en la piel, las patologías gastrointestinales y los problemas en la piel.
Por estos días, en la cabeza de Misiano cobran forma otros planes, igual de nefastos: proyecta un nuevo puerto para PTP Warrant en la misma Zona Franca que ya monopoliza. Para ello, dinamitaría parte del lecho del Paraná.
Natalia Pascua Lagostena, Víctor Secreto y Rodrigo Garzón integran Villa Constitución Sin Venenos. En una charla reciente, fueron acercándome detalles del cataclismo socioambiental que tiene lugar en ese apartado de la provincia de Santa Fe.
“Vivimos en una ciudad que presenta múltiples factores contaminantes. Eso se ve reflejado en los principales problemas de salud que sufre la comunidad. Por un lado, tenemos una industria fuerte, pesada: Acindar. Una empresa que históricamente ha sido cuestionada por la contaminación. Incluso con la sospecha o certeza de que, para fabricar sus productos, utiliza elementos nocivos”, comentó Secreto.
“Por otro, estamos rodeados por la actividad del modelo agroexportador predominante en la Argentina. Que nos llena de sustancias químicas. Desde la producción de fertilizantes hasta la aplicación de agrotóxicos. Estamos rodeados. A eso hay que sumarle el depósito de Nitron, que está en el casco urbano. Tenemos galpones con venenos a metros de escuelas y vecinos, en medio de una ruta por la que circula transporte peligroso y delante del camino saludable de la ciudad. Ahí la gente hace actividad física”, describió.
De Acindar a las quemas
Garzón aportó detalles de la operatoria de Acindar. “El elemento más contaminante que utiliza es el plomo. Este es uno de los pocos lugares en el mundo donde se sigue haciendo acero al plomo. Productos como el 1212 y el 12L14. Trabajé en un galpón junto a Acindar. Cuando colaban el 12L14, las palomas se morían. Si bien la empresa genera trabajo, no es la compañía de los años 80 o 90. Terceriza gran parte de sus operaciones, establece contratos esporádicos. Por eso tampoco se la puede seguir justificando como la gran empleadora que fue”, afirmó.
Por su parte, y tras señalar que la sede de la compañía en Villa Constitución funcionó como un centro de tortura y desaparición durante el último Proceso, Secreto expuso que los barrios de empleados “Blanco” y “Rosa” de la firma “tuvieron que ser deshabitados por los elevados índices de contaminación” en el área.
“Hubo derrames de ácido que se tiraron a una zanja y eso luego fue a parar al río. En cuanto a las piletas de refrigeración de los trenes laminadores, estas desbordan cuando hay crecida y todo va a parar, también, al Paraná. Las explosiones con víctimas fatales tampoco han sido pocas”, agregó Garzón.
En nuestro intercambio, Pascua Lagostena introdujo el problema del basural a cielo abierto y el uso de agrotóxicos junto al ejido urbano.
“Aparte del humo de las quemas en la isla, tenemos un basural en situación de incendio permanente. Ha pasado que no se llega a ver el camino para viajar hacia Empalme. Después, tenemos un cementerio con crematorio y todo lo que se genera también va hacia la ciudad. Y pegado a esos lotes o terrenos ya comienzan las fumigaciones porque hacen siembra de soja transgénica”, dijo.
“Junto a la cancha de un club local, llamado Luzuriaga, ya tenés un campo donde se aplican agrotóxicos. En Villa Constitución se han dado casos como el de un bebé de meses al que, mediante estudios, se le detectó glifosato en la orina. La casa donde vivía la criatura está pegada a un lote de soja. El ‘mosquito’ pasaba a metros de la vivienda. Acá hay familias que tuvieron que mudarse por los problemas de salud que sufrían”, amplió.
El humo inevitable nos lleva a los incendios casi permanentes en las islas frente a la ciudad. Secreto remarca que son generados con el fin de incentivar el rebrote verde para la alimentación del ganado o, directamente, la siembra de transgénicos.
“Acá vivimos dos pandemias: la de Covid y la relacionada con las quemas. Siempre tuvimos que usar barbijo, por una causa o la otra. Estuvimos meses con dificultades para respirar en cualquier punto de Villa Constitución por estos incendios”, contó.
“Eso generó mucha movilización de la gente. A diferencia de otros factores contaminantes, el humo te intoxica de forma instantánea. Nadie puede discutir la causa cuando ocurre algo así. Las guardias médicas de la ciudad se llenaron de chicos y grandes con broncoespasmos o alergias. Como las islas tienen distintas jurisdicciones, algunas pertenecen a Entre Ríos, otras a departamentos diferentes de la misma Santa Fe, las responsabilidades quedan difusas. Pero el problema lo recibimos nosotros”, explicó.
Hablemos de Nitron
“Nitron hoy está instalada y en funcionamiento, sí. Dentro de una Zona Franca que controla y utiliza una sola empresa: PTP Warrant. Todo lo que hay es el almacenamiento de fertilizantes. Se establecieron con la promesa de generar 250 puestos de trabajo. Esa es la publicidad que multiplicó el municipio. En el estudio de impacto ambiental reconocieron apenas 6 operarios. Los mismos empleados del concesionario hacen el trabajo de Nitron”, comentó Garzón.
Nitrógeno, potasio y fósforo son los productos que la empresa acumula en el predio cercano a las viviendas de la ciudad. “Todos elementos que, combinados, son potencialmente explosivos. Situación que puede ocurrir dado que esos químicos están interactuando con el oxígeno y el ambiente en general. Aquello que pasó en Líbano tranquilamente podría ocurrir en Villa Constitución”, aseveró Secreto.
“El fertilizante llega al puerto de San Nicolás, también bajo control de PTP Warrant, y es trasladado en camiones al depósito en nuestra ciudad. Al principio lo movían con vehículos batea, con sellado hermético aunque igual esos vehículos sufrían pérdidas. Ahora, de la Zona Franca entra y sale cualquier tipo de camión. Y van dejando el fertilizante granulado por toda Villa Constitución”, precisó.
Garzón explicó que el material volcado en las calles se disuelve en el agua. El fertilizante pasa a las napas. Genera nitritos y nitratos. “Se vuelve algo muy perjudicial para la salud. Asimismo, el exceso de nitrógeno hace proliferar distintas algas que quitan el oxígeno del agua y eso aniquila la fauna del río. El granulado en las calles también es aplastado por el tráfico. El polvillo derivado de eso termina en nuestras casas. Hoy tenemos fertilizantes en el agua y en el aire”, enfatizó.
Sin escatimar detalles, Secreto señaló que las tasas de cáncer de Villa Constitución duplican los promedios regionales. “Los químicos de Nitron se asocian con los metales pesados de Acindar, con los agrotóxicos de las fumigaciones, el dióxido de carbono y las quininas que nos llegan de las islas con cada incendio. Esta combinación es letal. Acá se dan patologías agudas de tipo gastrointestinales o respiratorias por el contacto directo o la inhalación. Y también crónicas por la acumulación en el cuerpo. Los cánceres del aparato digestivo, esto es, de esófago, gástrico o de colon, son los predominantes. En Villa Constitución y en la mayoría de los pueblos fumigados”, afirmó.
La lucha para sacar a Nitron es una de las banderas que flamea con mayor fuerza en el seno de Villa Constitución Sin Venenos. Una causa indeclinable. Los vecinos han sabido resistir a todo: desde la omisión del sector político local a los golpes propinados por la policía. En la resistencia hubo lugar para un acampe que se extendió por 60 días, cortes de rutas en reclamo por la supervivencia sanitaria de la ciudad, movilizaciones y persecuciones sufridas por oponerse a un monstruo corporativo avalado por los gobiernos nacional, provincial y municipal.
La batalla continúa.
“Tenemos la consulta popular pendiente”, comentó Pascua Lagostena. “Logramos una ordenanza que se reglamentó para poder llevarla adelante. Nitron ha sido, en realidad es, un antes y un después en la lucha ambiental en la ciudad. Fue la chispa que despertó un debate profundo sobre la salud y la participación ciudadana. No estamos poniendo en discusión apenas un depósito de químicos: estamos dando cuenta de los efectos de todo un sistema productivo que nos enferma”, añadió.
La política que respalda a gigantes de la contaminación como Acindar y Nitron publicita que ambas empresas son determinantes para la creación de empleo en la ciudad santafesina. Justifican el desastre ambiental a partir de una presunta generación de puestos de trabajo que en el plano de lo real brilla por su inexistencia.
En la actualidad, según datos oficiales, Villa Constitución y su zona presentan un índice de desocupación y subocupación superior al 28 por ciento. El índice de pobreza local se ubica en el 43 por ciento. Los guarismos de los gobiernos omiten adrede la realidad sanitaria de una ciudad, otra más, elegida por el aparato industrial y agroexportador para el peor de los sacrificios.