Juan Carrá es periodista y escritor. Publicó las novelas No permitas que mi sangre se derrame, Lloran mientras mueren; Lima, un sábado más; Criminis Causa y Ojos al ras. Además, es docente de la carrera de Periodismo en TEA y de la carrera Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. El domingo pasado, el escritor participó del ciclo de entrevistas “Redistribución de la palabra” y conversó junto a Natalia Bericat sobre su relación con la escritura.
Estás atravesado por el periodismo y la literatura ¿Cómo arrancó y cómo venís hilando todo esto?
En realidad es un proceso que arranca no hace tanto tiempo. Cuando escucho las cosas que hice durante estos años me sorprendo un poco. Hace 10 años que me dedico a esto, antes reparaba computadoras e impresoras. Pero en un momento comencé a estudiar periodismo, después llegué a la literatura y con el periodismo empecé con la docencia. Todo se fue generando en el marco de construir una manera de sobrevivir, ninguna de estas actividades son económicamente sustentables por sí solas. Entonces hay que ir buscando un camino, por suerte son cosas que me gustan. Hoy el periodismo pasó a un segundo plano y estoy más abocado a la literatura y la docencia.
Sin embargo en tu escritura vemos un camino de investigación y se ve al periodista. De alguna manera ese rol te sigue interpelando.
Creo que nunca va a dejar de aparecer la beta política en mi escritura porque es lo que me interpela. Incluso llego al periodismo por mi militancia y cuando eso dejó de ser, busqué otros rumbos y encontré el periodismo. Sentía que era seguir generando desde algún lugar un aporte a la transformación de la sociedad. Creo que no tiene que ver con lo periodístico sino con mi mirada del mundo. En mis primeras novelas sí se nota la impronta periodística pero en el último pasó a ser una herramienta para la construcción de un mundo pero la estructura y lenguaje ya es propio de la ficción. Igual uno escribe desde lo que es y yo soy periodista, eso va a estar siempre.
Escribiste sobre la dictadura en tu novela gráfica ESMA ¿Cómo te atraviesa la dictadura, es una temática difícil de abordar? Y en Ojos al ras volvés a tocar este tema ¿Qué se juega de vos?
Si bien no viví la dictadura, sí viví las consecuencias con la política como campo arrasado para la juventud y las movilizaciones eran con muy poca gente. No vengo de una familia militante, ni mi familia hizo una lectura crítica sobre la dictadura. Eso me llevó a sorprenderme, a encontrar testimonios de padres y madres de amigos que contaban de primera mano sobre aquello que había pasado en el país. De a poco fui explorando y buscando solo, con libros y testimonios y tomando conciencia sobre el genocidio, se convirtió una marca a fuego no solo en mi construcción de la subjetividad militante por los derechos humanos sino también es algo que construye mi educación sentimental, mi búsqueda de identidad como sujeto de dónde vengo y a dónde quiero ir. Y cuando uno se pone a escribir todas esas cosas están latentes. En el caso de ESMA, yo cubrí la causa y me permitió acceder a historias súper conocidas y más chiquitas. Quería hacer algo más y salió ese libro. En el caso de Ojos al ras, quería explorar la ficción y otra vertiente de la dictadura que tiene que ver con la complicidad civil. Son pocos los colaboradores civiles que fueron llevados a juicio y hay un gran agujero de la memoria ahí.
Siempre encuentro en tus redes una recomendación, sos muy compañero con tus colegas ¿Cómo es tu ritmo de lectura? ¿Estás leyendo mucho?
Sí, leo un montón. Mucho por gusto, por trabajo y mucho a la vez. Habitualmente tengo un libro para la noche, que suele ser una ficción. Trato de leer por lo menos una hora. Y durante el día ahora cambió porque leo mucho en el transporte público, era muy útil para mí. Encontrar el momento me cuesta pero siempre lo busco.
Ahora estoy leyendo Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexiévich, para un escrito que estoy haciendo. Y un libro de cuentos que se llama “El cielo de los animales”, de David James Poissant. También me compre la obra completa de Juan L. Ortiz.
Pero me gusta recomendar literatura contemporánea, me gusta Julián López y su última novela es maravillosa. También Selva Almada; “Oeste”, de Silvina Gruppo; “Dos sherpas” de Sebastián Martínez Daniell. Roque Larraquy sacó una novela que me encanta que es “La telepatía nacional”. Y cualquier cosa de Gabriela Cabezón Cámara.